Street Photography

Friday, 24 February 2017

Pagina 12: látex viste a la moda

Argentine article Pagina 12: 24th February 2017

Origional article: Pagina 12 látex viste a la moda.

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El látex viste a la moda

Por Ignacio D’Amore

Parte muñeca humana, parte performer, parte objeto de culto, Pandemonia es hoy figura esencial de las escenas fashion y del arte británicos de los últimos años. Desde la noche hasta las revistas de moda, su camino ha sido idéntico al de toda celebridad nacida para acumular fama y algún pequeño escándalo. Pero hay más: no hay modo de dejarla pasar sin intentar una reflexión sobre los medios, la belleza y el consumo. No se sabe quién está detrás del látex y de esos dos metros de altura que cumplen hasta el paroxismo con los mandatos de belleza plástica. Sus mascotas, sus peinados y todos sus accesorios son esculturas que confecciona para cada salida. Soy conversó con “ello” para intentar comprender quién y qué están habitando su resbaladiza piel.

Desde la primera fila de algún desfile de la firma londinense Sorapol, la performer británica Pandemonia es una silueta de colores plenos y brillo líquido que perfora el espacio como un troquel anodizado de dos metros plegándose sobre una silla que le queda chica. Toda ella es una idea maximizada en trazos anchos, un boceto de Roy Lichtenstein impreso tridimensionalmente en látex de pantonera caprichosa desde las entrañas de la contemporaneidad más taxativa. Es muñeca inflada e inflable; es humana y es inerte; es obra, es persona, es cartel, es enorme. Decir que a su lado la concurrencia general de la semana de la moda de Londres empalidece sería no solamente justo sino exacto, y estamos hablando de una de las concurrencias mejor nutridas de todas las semanas de moda del planeta. En solamente tres temporadas Pandemonia logró escalar de figura novedosa de la vida nocturna local a invitada deluxe en los shows más vanguardistas de la escena fashion británica. Ya no pisa discotecas (la gente fuma, ella es de látex); prefiere las inauguraciones y los eventos.

Inflable inflada

Nacida como una ¿criatura? de autoría anónima, o más bien, secreta, Pandemonia hizo sus primeras apariciones públicas en algún momento de 2009 como producto de una serie de críticas y reflexiones sobre la fama y la cultura obsesionada por la imagen de los medios masivos actuales. Se supone que quien está detrás de la ¿creación? es un artista conceptual inglés, aunque a esta altura no tendría sentido intentar corroborar semejante dato, por llamarlo de algún modo. Ella es observadora y es observada dado que todo aquello que capta, procesa y regurgita sobre el lienzo de su fisonomía performática es a su vez captado, procesado y regurgitado para uso masivo y suyo propio. Representa un colmo posible del consumo irónico actual al que tanto nos complace entregarnos porque es, en esencia, post sí misma -aunque opte por definirse como “post-pop”-, y no hay otra cosa más contemporánea para una personalidad que saberse cómicamente efímera y patéticamente indispensable al unísono.

Nacida como una ¿criatura? de autoría anónima, o más bien, secreta, Pandemonia hizo sus primeras apariciones públicas en algún momento de 2009 como producto de una serie de críticas y reflexiones sobre la fama y la cultura obsesionada por la imagen de los medios masivos actuales. Se supone que quien está detrás de la ¿creación? es un artista conceptual inglés, aunque a esta altura no tendría sentido intentar corroborar semejante dato, por llamarlo de algún modo. Ella es observadora y es observada dado que todo aquello que capta, procesa y regurgita sobre el lienzo de su fisonomía performática es a su vez captado, procesado y regurgitado para uso masivo y suyo propio. Representa un colmo posible del consumo irónico actual al que tanto nos complace entregarnos porque es, en esencia, post sí misma -aunque opte por definirse como “post-pop”-, y no hay otra cosa más contemporánea para una personalidad que saberse cómicamente efímera y patéticamente indispensable al unísono.

¿Cómo ha ido cambiando tu idea de ser una performer pública desde tus primeros días? Y además, ¿cómo fueron afectando con el tiempo las reacciones de la gente a tus performances?

-Mucho ha cambiado desde que creé a Pandemonia. Al comienzo, lo que criticaba a través de Pandemonia era la cultura de las celebridades y la TV reality. Las redes sociales estaban en su infancia. Los auspicios de marcas con famosos y la prensa amarillista de aquellos días resultan inocentes y triviales en comparación con lo que hoy tenemos. En estos momentos Trump, el primer presidente que es a su vez una celebridad proveniente de la TV reality, está al mando de la Casa Blanca. Estamos oficialmente en la era de los “hechos alternativos”, en la que la fantasía es ahora realidad. Quizás sea momento para que Pandemonia se convierta en Primera Ministra, o al menos presida el gobierno de una o dos islas (sic). Pienso que Pandemonia es más relevante ahora que nunca antes.

No puedo evitar pensar en tu autodefinición como “post-pop”, aunque también podría decirse que sos post-humana. Me pregunto: ¿qué tan humana sos?

-Pandemonia es una persona, un logo y una marca combinadas. Estoy de acuerdo en que es post-humana, dado que su humanidad es en gran parte un personaje de la ficción del público. Hay cierta trascendencia en eso.Pandemonia es una trade mark, una marca registrada, un bien de mercado. Claro que hay trascendencia: ella es habitante de la memoria colectiva porque todo su ser en acción y en cuerpo es la idea misma de un ser en acción y en cuerpo. Para muestra, véase cómo los gajos laterales de sus peinados están en permanente agite estático. O, también, cómo muchas veces prefiere hablar a través de signos impresos en formato de globo de diálogo, interpolado del sistema gráfico de los cómics.
En el último ejemplar de la publicación fashionista Russh, la performer declaraba: “Si leés todos los diarios y revistas después de una de mis apariciones, y ves a la gente quizás diciendo cosas derogatorias o positivas, realmente no importa… Se vuelve más algo sobre esas mismas personas que sobre mí misma”.

Cuando los medios te devuelven tu propia imagen, procesada, intervenida, ¿cómo la recibís? ¿Y cómo afecta eso tus siguientes apariciones?

-¡Es emocionante! La estética de Pandemonia fue creada alrededor de la idea de poder devolver a los medios masivos sus propios ideales y valores… Ser siempre joven… Tener un estilo de vida lujoso. Percibo como un logro poder aprovecharme de esos mismos medios para que reproduzcan mi mensaje. El año pasado hice una campaña global para la marca de calzados Camper. Mi imagen, que es la de una obra transversal, fue repetida a través del planeta. Cuando hago una aparición pública y la gente discute lo que hago, lo considero un éxito. Es importante que todxs influenciemos la narrativa de los medios masivos. Después de todo, todxs somos formadorxs de imagen y pensadorxs.

¿Cómo manejás la inevitable incomodidad que puedan sentir ciertas personas cuando hacés una aparición pública? ¿Hubo alguna ocasión en la que hayas pensado “esto no termina bien” o “esto excede todas mis expectativas”?

-Al estar en el ojo de la tormenta, no siempre me doy cuenta por completo del efecto que estoy causando en la gente. Siempre es fantástico escuchar los puntos de vista del resto. La incomodidad, la extrañeza, son algo bueno. Despiertan a la gente y hacen que piense. Dicho esto, es importante dar un contexto. Los lugares a los que vas afectan la percepción que se tiene de uno, así que usar un poco de sentido común sirve de mucho. Lxs lectorxs de tu revista sabrán de qué hablo.

Ya hace rato que Pandemonia ha dejado de mostrar los ojos, último rastro de lo físicamente humano que subyace (o subyacía) bajo el montaje. Ahora su mirada va siempre cubierta de lentes ahumados al tono del conjunto. Ella es la literalización del polémico concepto it girl, que se adjudica a aquellas chicas del momento que tienen “algo” (“it”, en inglés). Pero también “it” es, en ese idioma, el pronombre neutro adjudicable a lo definible y lo no tanto. Es decir: Pandemonia no “tiene” ese tan buscado “algo” (carisma, misterio o lo que se prefiera) sino que “es” algo, en el sentido de que se propone como una definición corpórea de los atributos que la gente vea en ella. No tan rápido, Sonia Ben Ammar: no hay girl más it que ella, por muchxs seguidorxs que abarrotes en tu cuenta de instagram. Aunque podríamos aquí etiquetarla como una “chica plástica” y reírnos tres segundos frente a la pantalla o el papel, más ajustado sería recordar que todos sus trajes, que a su vez incluyen piel y pelo, están fabricados por ella misma en látex y no en otro material. Y así como es exclusiva confeccionista de su propio cuerpo, también es propietaria celosa del derecho a preservarse como Pandemonia y como ninguna otra persona más. Entrevistándola, poco importa saber sobre su edad o su género autopercibido. Estamos frente a una personalidad que excede algunas de las limitaciones humanas más elementales.

Me gusta no saber quién está debajo del latex, así que quisiera preguntarte si alguna vez pensaste en revelar quién es Pandemonia.

-Yo produzco arte para mí y para gente desconocida. Trabajar a partir de un nom de plume me permite tomar distancia y reflexionar sobre la cultura. El misterio, a su vez, le permite a esa gente proyectarse en Pandemonia y hacerla propia. Pandemonia es definitivamente un personaje público. No veo razones para modificar esta dinámica.

Estar en primera fila en algunos de los desfiles de moda más increíbles del mundo tiene que ser una posición muy afortunada. ¿Hay ventajas y desventajas que Pandemonia tenga que enfrentar por el “solo” hecho de ser ella misma?

-Es una perspectiva privilegiada. Me posiciona en un lugar de ventaja porque puedo ser observadora de algunos de los esfuerzos creativos más sobresalientes de nuestra época, además de todo lo que rodea esos mundos. Creeme, la primera fila de un desfile ofrece una muy buena vista de lo mejor y lo peor de la humanidad. Inversamente, sé que no soy una mera observadora, y de hecho unx nunca puede olvidar que está siendo observadx bajo una lupa. Puede ponerse candente.

Casi como su coterránea Amy Lamé, flamante Zar Nocturna londinense, Pandemonia necesita estar no sólo atenta y al pie de las pasarelas sino también en permanente ejercicio de su figura pública porque sin exposición expira como un cheque firmado en hollín. Aquel convenio con la marca de calzados Camper, que recién se mencionara, terminó por resultar ideal para ambas partes: los nuevos modelos semejaban trozos de la propia Pandemonia modelados al calor como cuerdas de goma colorinche, mientras que la firma la tuvo en primera plana promocionando la línea a través de redes sociales y en inauguraciones varias. Y no obstante su popularidad en crecimiento exponencial, todavía no se concretan, al parecer, campañas de productos para el pelo y el buen cutis.

¿Seguís una rutina de belleza? ¿Algún consejo para otras personas hechas de látex?

-Creo firmemente en las mascarillas y en los tratamientos de cabello voluminizantes. Y en la buena ropa, que nunca hace mal.

Saturday, 18 February 2017

Russh Magazine

Russh Magazine: Portrait of a Lady. March 2017, words Miranda Darling.

Portrait of A Lady by Pandemonia on Scribd

PORTRAIT OF A LADY

Intrigued? You should be. Pandemonia lets us behind the latex.

Words Miranda Darling

It’s impossible not to stare at Pandemonia. Some do it covertly from behind their cup of tea, their sunglasses ... most don’t bother to hide their interest in the two-metre-tall latex Amazon moving elegantly through the lobby of the Chiltern Firehouse in Marylebone. Pandemonia sits graciously – she moves with great care, her voice soft and her words well spoken as I ask about her name. “It comes from Paradise Lost , Milton. I just like the idea of chaos – that creativity comes from chaos ... In Paradise Lost there’s this palace where all the spirits live, and it’s created by Mammon. I think it’s built on the head of a pin or something ... it’s tiny so there’s a [play with] scale, and I like the Mammon aspect – there’s a crassness to it.” Discreetly making sure we are not sitting perilously close to the open fire, I suggest that Pandemonia acts as a Trojan horse of sorts, inserting herself into popular culture, all the while using its machinations as part of the artistic process. The latex lady nods carefully: “Definitely. It turns into a critique of itself. And by performing Pandemonia, I am feeding the media back their own imagery – glossiness, beautifulness, shininess ... You look at all the newspapers and magazines [after an appearance] and see these people with Pandemonia and they might be saying derogatory things or positive things, it doesn’t really matter ... It becomes about them more than me.”

The artist pinpoints June 2000 as the moment celebrity culture really began to take off, with mobile phones, the internet and social media creating a platform where we could all manufacture our own history, language, and stories. Pandemonia began to make work around these ideas and the messages being transmitted by the advertisements, the “forever-young, glossy culture”, to create a celebrity around these themes, “the meta-narrative”, as she puts it, that would “reverse the subject and the object in an art piece”.

Pandemonia herself is constructed, the artist explains, out of signs and symbols: her hair is not ‘hair’ but rather a symbol of hair; the same applies to the little dog Pandemonia often carries with her. Indeed, she is as familiar as she is strange because she manifests so many of the hyper-recognisable tropes of our pop culture. “The iconography is probably based on Americana from the 50s, 60s, 70s and 80s, which has seeped into UK culture.” Even the choice of latex as a material, shiny and ‘plasticky’, with all its sexual connotations, is linked to our subconscious. Latex links meaning to Pandemonia’s imagery; it is made from the sap of trees – from nature, the artist explains – and so has connections to the “nature within ourselves that we can’t really control – only temper. It’s something the conscious mind is not really in control of,” she says. It is “erotic and evocative”, bound up with the artist’s interest in shamanic ideas, and the archetypes that run through Western culture.

The artist makes all of Pandemonia’s clothes as well, having studied anatomy and how the body fits together. The cut-and-paste pattern work is glued together, with ideas drawn not from current fashion but from the past. “I find drapery very psychological,” Pandemonia says. “I never created this stuff to look realistic – it’s all supposed to look like the image of it, the sign of it, the symbol of a person, which I think is important. It’s like a three-dimensional drawing ... I used to make prints. A lot of my earlier work was about language ... and I wanted somehow to get inside the advert, to get through the surface of the printed image to the other side of the pixels.

“Pandemonia as a vessel,” she goes on, “has allowed me to travel around the world and go to places I could just never ever go to ... and see the world from a different perspective. You’re born into the world with certain traits – like family, gender – but then I can do Pandemonia and rubbish all of this, do something completely different.” She takes a careful sip of her drink through a straw. “I am describing a whole cross-section of society by living it.” However, she laughs quietly, “I have to be invited because they’d spot me straight away!”

When I first met Pandemonia in the summer we had talked about façades, and her fear that, one day, her mask would literally fall apart in public. What role does anonymity play in Being Pandemonia, I wonder? “It’s important,” she replies quickly. “All you see is Pandemonia. You just have to deal with that, and think about that. If I were to show a different person, I would destroy the image. If you see the person behind it, you will just be fixated on that and not the product – it would be like killing it.” It also adds another dimension to the stories the media can write about her: Who is Pandemonia? The anonymity adds mystery.

The latex covering reminds me of superheroes and I ask the artist if it feels different being ‘in character’. “I do sometimes feel different. Like my core is sliding around a bit ... and when everybody knows you as Pandemonia, well you just become more Pandemonia.” And being Pandemonia requires the participation of other people; it requires the right context, too. “I’m very particular about where I go,” she says. “I don’t like to go to clubs, for example, because the framework of wherever I go shifts it, and it gets out of my control very quickly.” Pandemonia did recently go to Paris for Fashion Week. “It’s quite exciting, going all around Paris. I only went to one show – it’s too difficult with the language, so I just did the show then disappeared.” Does Pandemonia take the Eurostar? “I can’t explain everything ...” she replies, “She was at Paris Fashion week ... People are thinking about it.”

As well as collaborations with behemoth brands such as Camper and countless editorials for fashion magazines, Pandemonia appeared in the latest Absolutely Fabulous film, and on the gold carpet. “The Ab Fab premier was brilliant! I came to life. The premier was better than the film for me!” She had made a silver dress for the occasion, and says film is something she would definitely do again, despite the difficulties of being

“I never created this stuff to look realistic – it’s all supposed to look like the image of it, the sign of it, the symbol of a person.”

Pandemonia for 12 hours straight. The moving image is another vehicle that works perfectly for Pandemonia; it gives her a voice. “I always wanted to jump across mediums. Making work for the gallery never goes beyond that,” the artist adds. “All the action is actually happening in the centre, between all the people. Then you see celebrities and how they can transfer from newspaper to TV to film ... I always thought that was rather unfair that they could do that but, as an artist, you’re always locked into something – a picture on the wall and that’s it. Why can’t we do more than this? And now we have digital media, we can do more.”

I find myself smitten with Pandemonia’s little pooch. She has three small hounds: Snowball (white) Snowbelle (pink, and the one I am privileged to be cradling) and a leopard-spotted one. Pandemonia’s blog features a ‘dog’s eye view’ as well as her own. “I can do things through the dog that Pandemonia can’t do, talk about things from another angle.” Pandemonia shows me some photographs of Snowball at an opening. “[For the dogs] it’s always about food and jewellery and money – all the crass stuff.”

For all of society’s obsession with surface, and Pandemonia’s playful engagement with that, there is no one woman or celebrity whom the artist identifies as Muse. Film stills, however, are a big inspiration for elements like Pandemonia’s hair. “I never [base] it on one exact person. There’s Veronica Lake, I suppose – the ideal ... I’m quite old-fashioned. I look at what’s happening currently but that’s not what I draw from.”

Pandemonia draws from a deeper archetypal well that includes the Makishi tribe in Africa, and the Siberian shamans who are always male and dress as female for ceremonies. In many traditional societies, the feminine is seen to be more connected with nature and the subconscious. “In art,” Pandemonia continues, “artists are always painting the female form, and in advertising the female form is used to sell things – the emblem of consumer society. That was my logic.”

Pandemonia and her embodiment of recognisable (and artificial) tropes also engages with the idea that the repetition of advertising images of an ‘ideal woman’ changes our view of what is normal. The female form is the embodiment of our desires – men want her, and women want to be her – therefore Pandemonia carries that charge with her, larger than life in every way.

As we go to leave, Pandemonia is spotted by a small gang of girls, about 10 years old, who are immediately drawn to her. “You are amazing!” one exclaims, “Are you real?!” One mother takes out her phone and there is the obligatory round of selfies, Pandemonia’s process in action, and so the circle of my afternoon with Pandemonia elegantly closes in on itself.